24 ago 2011


 Todo el continente europeo sintió los golpes de aborrecimiento lanzados por el malvado tirano, Adolfo Hitler. Millones de personas murieron como resultado de su plataforma de odio; y millones más fueron marcados para el resto de sus días.

     Heinz era un chico judío de once años de edad, que vivió junto a su familia en una aldea llamada Furth alrededor del año 1930. Cuando las tropas de los secuaces de Hitler dilaceraron la aldea, su padre perdió el empleo como maestro de escuela, las actividades de recreo se prohibieron, y las calles de Furth se convirtieron en campos de batalla.

     Los vecindarios eran aterrorizados por la juventud hitleriana, quienes buscaban problemas por doquier. El joven Heinz se mantuvo siempre alerta y alejado de ellos. Al verlos venir, procuraba apartarse de su camino y refugiarse.

     Cierto día, Heinz no pudo evitar una confrontación personal con uno de los matones de Hitler. La brutal paliza parecía ser inevitable, pero Heinz se alejó del combate sin un solo rasguño. En esta ocasión, logró usar sus habilidades de persuasión y destrezas del lenguaje, para convencer a su enemigo de que una pelea, era algo innecesario. Esta no sería la única vez que el joven judío, hiciera uso de su experiencia pacificadora durante la ocupación de Europa por la fuerzas de Hilter.

     A su debido tiempo, toda la familia escapó hacia América, donde Heinz dejaría marcada su huella. Llegó a ser reconocido como mediador y pacificador entre naciones y líderes mundiales. El joven que creció como Heinz, anglicanizó su nombre cuando llegó a América. Hoy día lo conocemos como Henry Kissinger.
     En este día, usa tus talentos como pacificador para obrar en aquellos de criterio diferente. Cuando siembras semillas de paz, estás llevando a cabo la obra de Dios en la tierra, y recogerás una gran cosecha de bondades.
 
 

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios
Mateo 5:9
 
 

Tomado del Libro Un Café Con Dios
Traducido al español por Gabriel Prada

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