17 ago 2011


 El cielo no distingue entre el domingo por la mañana y el miércoles por la tarde. Dios anhela hablar con tanta claridad en el centro de trabajo como lo hace en el santuario. Anhela que lo adoremos también cuando nos sentamos en la mesa de comer y no solo cuando vamos a la mesa de la comunión. Puedes pasar días sin pensar en Él, pero no hay un momento en que Él no esté pensando en ti.

     Sabiendo esto, entendemos el riguroso objetivo de Pablo: Llevar «cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10.5). Podemos comprender por qué nos insta a «orar sin cesar» (1 Tesalonicenses 5.17), a ser «constantes en la oración» (Romanos 12.12) y a «perseverar en la oración» (Colosenses 4.2).

 
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios
en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Filipenses 4:6

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