19 sept 2010


La manera en que afrontamos las demoras dice mucho sobre nosotros. ¿Cómo soportamos un atasco de transito cuando ya estamos retrasados? ¿Qué hacemos cando nuestro vuelo lo posponen debido a un fallo mecánico o al mal tiempo? ¿Cómo respondemos cuando a la cajera en la línea de salida del supermercado se le acaba el rollo de papel de la caja registradora justo cuando al fin llegamos allí? ¿Podemos respirar hondo y disfrutar de cinco minutos de esperas en el cruce de las vías del tren cuando bajan la barrera para que pase el tren?

     Pensemos en como un hombre tolera una demora. Justo cuando el semáforo cambia a verde en la importante intercesión, su auto se para cuando el transito es más intenso. Proba todo lo que sabe para hacer que el auto arranque de nuevo, pero todo le falla El coro de bocinas detrás de él lo pone a punto de explotar, lo que hace que todo empeore.

     Al fin se apega del auto, se acerca al primer conductor y le dice: “lo siento mucho, pero no logro arrancar mi auto .si fuera hasta allí y probara, me quedaría aquí y tocaría su bocina por usted”.
     Pocas veces las cosas van con tanta suavidad como nos gustaría, y casi nunca programamos un tiempo extra por si acaso algo sale mal.

     La capacidad para aceptar desilusiones, demoras y contratiempos con una actitud positiva generosa es un don de la gracia que viene de aquel que ha recibido gracias en otra circunstancia estresantes. La vida es una serie de decisiones, y sin importar en qué situación nos veamos, siempre tenemos la libertad de escoger como vamos a responder.

     Neguémonos a sentirnos mal la próxima vez que nuestro programa se interrumpa o se trastorne. Oremos por fortaleza a fin de mantenernos en calma, alegres, relajados y renovados en medio de la crisis. Y recordemos siempre: los planes de Dios para nosotros no se frustran por las demoras!

En tus manos están mis tiempos.
Salmo 31:15

Tomado del libro “Momentos De Quietud Con Dios, Devocionario”




Photobucket

0 comentarios:

Publicar un comentario