1 sept 2010

Una querida anciana quien residía en un pequeño pueblo se preparaba para su primer viaje en tren. El viaje consistía en una trayectoria de cincuenta millas a través de una interesante y hermosa región, y la anciana esperaba disfrutar esta placentera experiencia. Sin embargo, una vez que subió al tren, le tomó tanto tiempo colocar bien sus paquetes y canastas, acomodar su asiento, poner en el lugar deseado las cortinas y persianas, y recibir respuesta a sus ansiosas preguntas sobre todo lo que tuvo que dejar atrás, que cuando estaba a punto de acomodarse para disfrutar el viaje, se escuchó el aviso de la proximidad de su parada.
-¡Santo cielo! – dijo ella -, si hubiera sabido que llegaríamos tan pronto, no habría desperdiciado mi tiempo preocupándome por bagatelas. ¡Casi no pude aprovechar el panorama!
Entretenerse con todas las “bagatelas” que ayer quedaron atrás, y con las del mañana, nos roba el gozo que Dios trae a nuestras vidas hoy. Si varias veces al día hemos repetido “Estamos demasiado ocupados para…”, podría ser el tiempo de evaluar nuestras prioridades.
Demasiados ocupados
¡Demasiados ocupados para la Biblia
demasiados ocupados para esperar y orar!
¡Demasiados ocupados para expresar bondades
a alguien en nuestro camino!
¡Demasiados ocupados para cuidar y luchar,
para pensar en la vida que está por venir!
Demasiados ocupados construyendo mansiones,
para planear para el hogar celestial.
¡Demasiados ocupados para ayudar al hermano
que enfrenta el embate invernal!
Demasiados ocupados para compartir nuestra carga
cuando en la balanza se mide quienes somos.
Demasiados ocupados para todo lo que es santo
en la tierra debajo del cielo.
Demasiados ocupados para servir al Maestro
Pero nunca demasiados ocupados para morir.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán.
Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:34
Tomado del libro un café con Dios
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