30 ago 2010

La historia trata de la participación en un concierto del gran pianista polaco Ignacy Jan Paderewski. La actividad se celebró en una famosa sala de concierto de los Estados Unidos, donde el artista fue a actuar para la élite social de la ciudad.
Esperando en la audiencia el comienzo del concierto estaba una mujer y su pequeño hijo. Después de sentarse por más tiempo del que su paciencia podía aguantar, el niño se le escapó a su madre. Estaba fascinado por el bello piano Steinway listo para la actuación y se acercó para verlo. Antes de que nadie se diera cuenta de lo que pasaba, subió al estrado, saltó a la banqueta del piano y empezó a tocar “Chopsticks”.
La audiencia se horrorizó. ¿Qué pensará el gran Paderewski? Pronto los murmullos se transformaron en un coro de ruidosa desaprobación al tiempo que el gentío exigía que quitaran enseguida al niño de allí.
Detrás de bastidores, Paderewski escuchó turbación y, percibiendo la causa, corrió a unirse al niño en el piano. Extendió sus brazos alrededor del niño y por detrás de él e improvisó su propia versión de la melodía de su pequeño invitado. A medida que seguía el improvisado dúo, el maestro susurró al oído del niño: “sigue… no lo dejes… no pares… no pares”
Es posible que nosotros nunca toquemos al lado de un maestro del piano, pero cada día de nuestra vida podemos hacer un dúo con El Gran Maestro. ¡Qué gran gozo es sentir sus brazos de amor alrededor de nosotros mientras nos susurra: “Sigue adelante… no te detengas…Yo estoy contigo”!
Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos.
Sofonías 3:17
Tomado del libro Momentos De Quietud Con Dios
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