26 ago 2010

Es muy importante poder recuperarse después que uno se ha fracturado la espalda y algunas costillas. Sólo preguntémosle a Jaroslav Rudy, un checolosvaco quien reside en los Estados Unidos, hace unos diez años.
Jaroslav viajaba a alta velocidad en su motocicleta por un sendero aislado, y al tomar una curva chocó con una piedra, y perdió el control de su vehículo. Segundos después, estaba en el fondo de un terraplén de treinta pies, fuera de la vista de cualquiera que viajara o caminara por el sendero.
Rudy permaneció dos días en el mismo lugar donde cayó; le era imposible moverse por causa de sus heridas. Las bajas temperaturas, el hambre y el dolor lo motivaron por fin, a intentar regresar al sendero.
Sus primeras tentativas resultaron ser inútiles, el dolor era demasiado intenso. Al siguiente día, lo intentó de nuevo, comenzando a las seis de la mañana. Iba arrastrándose pulgada a pulgada, mientras escuchaba el crujiente sonido de sus lesionados huesos, y se desmayó varias veces en el proceso, por lo que demoró unas seis horas en llegar al sendero. Fue entonces cuando cuatro ciclistas lo encontraron. Poco tiempo después, era llevado al hospital.
Cuando nos faltan las fuerzas y enfrentamos una meta que simplemente tenemos que alcanzar, no tenemos que rendirnos, pero sí debemos ser sensibles.
Examinemos nuestra situación, y dediquemos tiempo para analizar lo que tenemos que hacer y cuáles son los recursos disponibles. Pidámosle al Señor que nos dé su sabiduría y su plan.
Ideemos un plan de ataque, y que el mismo incluya un horario y programa para lo que esperamos lograr, en un período de tiempo dado.
Tomemos breves descansos a lo largo del camino, de modo que nuestra creatividad y energía sean renovadas.
Siempre recordemos que a pesar del éxito que alcancemos, la realidad es que nunca lo hicimos solo.
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Salmos 84:5
Tomado del libro un café con Dios
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