11 oct 2010

Nada de lo que Dios hizo es vano.

Las florecillas silvestres tienen algo que enseñar. Se dan por entero con mucha bondad, seguridad y gusto, aun si pareciera que nadie las aprecia. De igual manera cantarían una alegre canción para ellas mismas, pues están muy felices de amar, aun cuando nadie las ama a cambio.

Todas las bellezas dignas de consideración en el alma humana, sus mayores victorias y sus mas esplendidos logros son siempre los que no conoce ninguna otra persona, o que apenas se perciben.
Muchos de una vida tranquila, común y corriente, oculta y desconocida para el mundo, son un autentico jardín en el que brotan las flores y los frutos del amor con tal perfección que es un lugar deleite donde el mismo rey del amor camina y se regocija con sus amigos.

Casi siempre las mayores victorias son semejantes a las de las flores silvestres, esas que nadie conoce.

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